Pero cuando empecé a emprender estaba quebrado y no sabía nada sobre negocios digitales ni cómo ganar dinero por internet… Estaba desesperado porque había vuelto a la casa de mis padres y sin trabajo (me habían despedido ¡Gracias Dios! De mi trabajo como contador).

Me vine a vivir con mi pareja, mi idea era hacer cursos de pocas personas en el pequeño departamento que arrendábamos, pero vino el estallido social en Chile (yo vivía a 4 cuadras de la Alameda). Luego vino la Pandemia, honestamente debo decirte que más de una vez se me pasó la idea de saltar por el balcón. Incluso me vino mi única crisis de pánico (que afortunadamente pude controlar).

Fue ahí cuando apareció una de mis grandes mentoras. La escuché atentamente, me hizo creer que una vida diferente era posible para mí.
Yo no tenía el dinero (solo el del arriendo del departamento). Ni siquiera tenía una tarjeta de crédito real.

Invertí todo lo que tenía. Me comprometí al pago en cuotas (sí, pagué la primera con el dinero del arriendo, como en las historias donde alguien se gasta el dinero del pan en un billete de lotería, con una fe inquebrantable). Cada día me acostaba a las 4 am, pausando los vídeos, escribiendo todo, y sobre todo, implementando.

Tuve un poco de éxito con mi empresa pero no lograba escalar y ganar más. Hasta que me di cuenta del error que estaba causando el estancamiento… Mi mensaje era demasiado vago (“hago felices a las personas”, “Les ayudo con sus temas emocionales”, “hago limpiezas energéticas”, “te ayudo a encontrar la paz”). Creía que todas las personas eran mis clientes y por eso mi mensaje no resonaba con ninguno ¡Era demasiado genérico y ofrecía lo mismo que millones de terapeutas!
Cuando lo descubrí, me propuse enseñar a terapeutas, porque sabía que si yo lo había logrado, ellos también podrían.

Mis clientes eran expertos en su área pero NO sabían cómo conseguir clientes en este nuevo mundo digital… Y los servicios que yo ofrecía no servían para atraer clientes.

Todo este tiempo había estado vendiendo el servicio equivocado…

Así que dejé de vender lo que no servía y empecé a vender marketing de resultados… Ahora mis clientes me pagaban gustosos mes a mes porque les estaba dando lo único que a ellos les importaba tener: Una cantidad infinita de clientes potenciales para sus negocios.

Y si bien esta era la solución a mis problemas y a los de mis clientes, el sistema tenía sus fallas. Era caro de implementarlo, requería muchos empleados y tenía elevadísimos gastos fijos. Así que empecé a aplicar una fórmula nueva que funcionó de maravilla… Era tan simple de implementar que empecé a enseñar a otros cómo trabajar con esta verdadera mina de oro.